Hablemos de Flamenco

Gaceta Flamenca. Foro

28 mayo 2007

Cante triste sin música


¿Qué pasa, madre, qué pasa?
Siendo la rosa tan bella,
no ha florecido,
¿por qué?

No tengo respuesta, hijo,
si yo tampoco lo se,
que la vida tiene cosas,
difíciles de entender.

Madre, estoy llorando, madre,
porqué ya no se qué hacer.

Sigue abrazando la rosa,
sin cuestionarte por qués.

¿Qué pasa, madre, qué pasa?

Que estoy llorando también.


veintisiete de mayo 2007

21 mayo 2007

Blanca Paloma



Con nostalgia y cariño, quiero unirme a la ciudad de Huelva y a sus gentes, que estos días están preparando la romería del Rocío, enviándoles estas sevillanas rocieras:


Por mitad de la marisma
viene cantando un chiquillo
y dice que quiere ver
a la Virgen del Rocío.

Cómo le cantan
cómo le bailan
cómo suenan las palmas
y la guitarra.

=

Por mitad de la marisma
ese niño que ha crecido
quiere seguir cantando
a la Virgen del Rocío.


Cómo le cantan
cómo le bailan
cómo suenan las palmas
y la guitarra.

=

Por mitad de la marisma
ese niño que es anciano
despacito, despacito
a la Virgen va cantando.

Cómo le cantan
cómo le bailan
cómo suenan las palmas
y la guitarra.
=


Por mitad de la marisma
la Virgen va caminando
para abrazar a ese niño
a ese joven, y a ese anciano.

Cómo le cantan
cómo le bailan
cómo suenan las palmas
y la guitarra.

=

11 mayo 2007

La rayuela


Estás jugando conmigo
cual se juega a la rayuela
no te apiadas si me pisas
o con el tejo me pegas.
Y yo solamente quiero
que ganes y que no pierdas.


¿Por qué he querido citar en un cante flamenco este juego infantil?
Ni yo misma lo sé.
Ayer, al pasar por una placeta, me quedé gratamente sorprendida al ver como unos niños lo jugaban. Ahora ya ninguno lo hace.
Estuve contemplándolos y me parecieron realmente bellos en un juego sencillo, para el que no hace falta ni dinero, ni violencia, ni tampoco talento o preparación. Pueden jugarlo todos; solamente se necesita, habilidad, ilusión, y la agilidad que a esa edad no falta.
Me sonreí al ver que no sabía como llamarlo. Lo jugué con tantos nombres a través de los diversos lugares del mapa por los que pasó mi niñez...
Lo aprendí en Aragón, de boca de mi madre, como "descanso".
Para luego jugarlo en Alicante como "tranco".
En Palma como "piso".
Y finalmente en Castellón como "sambori".
En todas partes era el mismo; únicamente cambiaba el nombre, y los niños que me acompañaban.
Aún conocí otro vocablo que lo denominaba de distinta forma. Era esa preciosa palabra de la lengua castellana: "rayuela"
Aunque entonces no estuvo conmigo, me gusta utilizarla como título de esta reflexión.
Y también para que abrace en uno, todos los nombres de mi juego infantil.