Vino y Cante
¿Cómo se puede entender el flamenco sin la compañía de un vino andaluz?
Desde antaño se le ha cantado con distintas histórias. Se han hecho leyendas de todo tipo; desde el mal vino que embriaga y destroza, hasta el vino bueno que entona y anima.
Hay un vino buscado en momentos de dolor y amargura, y otro que se busca para la fiesta y la alegría.
A él recurren muchos cantaores durante los difíciles momentos en que tienen que encontrarse con toda esa liturgia del cante, en donde abren toda su alma ante un público desconocido y cada vez distinto al que tienen que entregarse por entero.
Situaciones más generosas son esas otras en las que grupos amigablemente reunidos cantan o celebran algo en torno a la copa de vino.
Y nada mejor para todo ello que el vino andaluz, con todas sus variedades: manzanilla, fino, jerez, amontillado, oloroso, dulce...; cultivado en rubias cepas de Málaga, Sanlucar, Moriles, Jerez, El Puerto, Montilla, El Condado..., trabajadas por manos que junto a voces que entonan fandangos, soleares, alegrias, tonás o algú cante de trilla, las impregnan desde su raíz del misterio que encierra el flamenco.
En las etiquetas de sus botellas - he encontrado tantas que me resulta imposible traerlas todas a este relato - aparecen temas también aflamencados: toros, guitarras, volantes, gitanas, sombreros, mantillas...
Asi pues el vino andaluz tiene una gran connotación flamenca.
Pero este vino no es cualquier cosa; hay que saberlo beber para no encontrarse con sorpresas desagradables.
Existe en torno a él todo un rito; no se puede tomar a sorbos grandes y tragos largos, como quizá haríamos con un Rioja. Tiene que beberse despacio, solo mojándose los labios, sin apenas bañar la boca; oliéndolo,saboreándolo...
Con una copa de él se puede permanecer largo tiempo en agradable compañía; disfrutando vino y amistad.
Los andaluces dicen que "al vino hay que darle mucha conversación."
Al comentarle ésto a un querido amigo de Jaén, que tristemente ya no está entre nosotros, me contó la escena que guardo en la memoria:
"Si, mira - me dijo - En una ocasión, al salir de una taberna de esas que posiblemente ya no existen, en donde se vendía el vino a granell, sacado de barriles; coincidí con dos viejos que hablaban en la puerta. Delante había parada una cuba para abastecer de vino a esos barriles.
Uno de ellos, mirándola, le dice al otro:"no veas la cantidad de palabras que hay metidas en esa cuba" "
Desde aqui, te recuerdo Jose-Luís; con una copa de aquel vino que también nosotros compartíamos en entrañables conversaciones.
(Fotografía de la página "Jerez de Cine" de Jose Luís Jiménez)